lunes, 15 de mayo de 2017

Comancheria, un westerm moderno






Toby (Chris Pine), un joven padre divorciado, y su impulsivo hermano Tanner (Ben Foster), un ex presidiario recién salido de la cárcel, se dirigen al Oeste de Texas para realizar una serie de robos en unas pocas sucursales bancarias. El objetivo de Toby es intentar poder conseguir el dinero suficiente como para poder salvar la granja familiar, que está en peligro. Nada más cometer el primer robo, un veterano Ranger de Texas (Jeff Bridges) y su compañero (Gil Birmingham) irán tras la pista de los hermanos…

Tras este argumento, interesante, pero quizás algo trillado, se esconde una película realmente magnifica. Esta es una historia de atracadores de bancos al estilo del viejo Oeste, pero en realidad tampoco lo es del todo… más bien es una película sobre el empobrecimiento y la falta de oportunidades de las comunidades rurales del medio Oeste americano. La historia de un país que, esgrimiendo el viejo orgullo de colonos, deja a cada cual a su suerte… dejando a los individuos a merced de banqueros y multinacionales. Un drama, ya viejo, que golpea por igual al tercer mundo que al primero.

Pero Hell or High Water (como se titula originalmente la película), también es un westerm del siglo XXI. Gente de carácter pero con valores que tiene que hacer lo que haga falta para salir de la miseria, hombres y mujeres de la tierra hastiados de todo pero determinados a seguir con su vieja forma de vida, casinos indios y nativos americanos que sonríen amargamente ante la ironía de ver como los descendientes de los que les robaron sus tierras y forma de vida sufren ahora el mismo destino a manos del liberalismo capitalista de un país que los encerró en reservas para morir…


“Hace tiempo toda esta tierra, toda la que alcanza la vista durante días era nuestra. Luego los abuelos de esta gente se la arrebataron a los mios… y ahora se la arrebatan a ellos. Pero no un ejército… sino ellos (señalando un banco)”

 - Alberto Parker, Ranger de Texas


Una gran película esta, Comancheria… probablemente la mejor que he visto este 2017. Os animo a echarle un vistazo. Preferentemente en una calurosa noche de verano, con una cerveza bien fría en la mano y tiempo para tomarla con calma… y si os quedais con ganas de mas, abriros otra y leer Scalped. Seguro que no os defraudara.


Que la disfrutéis.



“¿Sabes lo que significa la palabra Comanche?... Enemigos. “
“¿Enemigos de quién?”
“De todo el mundo.”
“Eso me convierte en…”
“En emigo.”
“No… eso me convierte en comanche.” 

jueves, 11 de mayo de 2017

Kung Fu Kiyo: Karate a muerte en Les Corts



Todos los presentes hemos visto alguna película hecha en Hong Kong de artes marciales con el actor de moda de dicha época y los habituales clichés del género como hondonadas de ostias, acción a raudales, mogollón de enemigos, un malo maloso, y una tía buena. ¿Y si trasladáramos todos esos ingredientes a un barrio de Barncelona? Y si además le metemos algún ingrediente en los shonen manga, como un torneo de artes marciales?


Pues bien, ésta es una idea aproximada de lo que se les debió de pasar por la cabeza a dos autores españoles como Man y Migoya, cuando en el 2002 sacaron bajo la tutela de La Cúpula la obra de Kung Fu Kiyo en varios comic-books, trabajo que, Ediciones Glénat ha recopilado en un estupendo libro.



Golpe en la pequeña Barcelona


Existen dos arcos argumentales bien diferenciados: Karate a Muerte en Les Corts y Rasputin, el Zar del Raval. La historia se desarrolla en Barcelona, concretamente, como es obvio, en el conocido Barrio de Les Corts, centrándose la primera parte en el singular triangulo amoroso de los protagonistas con un torneo de artes marciales de fondo. En el segundo arco, sin embargo se habla de otros temas, siendo la trata de blancas el eje de la historia. A través de estas historias, descubrimos a nuestros protagonistas:


Kevin, un chico de 16 años que es el típico antihéroe. Asiste al instituto público de Les Corts, y ha nacido en el seno de una familia muy humilde de orígenes andaluces del extrarradio de Barcelona, lo que se conoce como un “quillo”. Hijo y hermano de dos expertos luchadores de king boxing echados a perder por las drogas y el alcohol, se empeña a demostrar que el no acabará como ellos, y aunque tiene sus “trapis” para salir adelante, evita a toda costa mezclarse en los asuntos de la panda de drogadictos de su hermano.


Luego tenemos a Xavi, el bueno de la historia. La contrapartrida de Kevin. Estudiante modelo de un instituto privado Pare Berenguer y practicante de kung fu. Odia a Kevin y lo que representa, la chusma del barrio. Además tiene un gran complejo de inferioridad, que le hace siempre tener ganas de demostrar lo fuerte y lo bueno que es ante los demás, que según cree lo infravaloran siempre.


Por último tenemos a la chica del trío protagonista Andrea, una chica con dos padres, si DOS padres, que son gays y provocarán algunos de los mejores momentos cómicos de la historia. De pequeña un accidente la deja medio paralizada la espalda por un extraño reuma, algo que únicamente se solucionaba practicando deporte para fortalecerla. Tras practicar mil y un deportes ningún consiguió hacerle desaparecer por completo el dolor, hasta que conoce a Xavi y éste que se enamora rápidamente de ella, la convence para hacer kung fu. Lo cuál a la póster acaba siendo la solución… y el inicio de la historia.


Conclusiones


En mi opinión, Karate a muerte en Les Corts es el verdadero motor de Kung Fu Kiyo. Una historia a nivel de calle en una ciudad de los 90. Me ha encantado todo, los personajes (¿alguien se acuerda del Yoyas?), los secundarios, el humor… y sobretodo el sobresaliente dibujo de Man. Rasputin, el zar del Raval, me ha parecido sin embargo material sobrante. Un delirio sin mucha conexión con la historia anterior, que solo leo por que me gustó la primera parte, y que si se hubiesen ahorrado les habría dejado un trabajo mas redondo.


Si queréis leer esta recomendable historia de juventud y artes marciales a la española, podéis descargar el comic desde aquí, o adquirirlo a través de su editorial, Glénat.


Que lo disfrutéis.


lunes, 8 de mayo de 2017

6 Formas (asequibles) de derrotarte a ti mismo en torneo






Me plantee esta entrada a raíz de mis últimas tripadas en competición. Pensé… ya que últimamente no das pie con bola, igual sería interesante que analizaras el por qué. Bueno, igual no lo será para algunos de vosotros, monstruos del kung fu, pero para los mortales como yo creo que al menos os resultara ameno de leer. Porque amigos, se aprende mas de los fracasos que de los éxitos…

Así que empecemos si os parece: ¿Cómo puedo mandar a Marsella todo el esfuerzo y la preparación previa a un torneo? (ya que todos quieren ganar, igual vas y lo que quieres es darte un morrazo… yo que se)

  1. No confiar plenamente en la calidad de tu trabajo (que será la que será, pero la cuestión es que en el fondo dudas de que sea un trabajo lo suficientemente bueno)
  2. Infravalorar el nivel de tus contrincantes (que será el que sea, pero es que tú la tienes más larga…)
  3. Ponerte unas expectativas muy altas (porque como tú puedes, tienes que conseguir medalla y honores… o lo bordas o a la mierda)
  4. Refugiarte en escusas para tapar tu propia negligencia (los jueces no saben arbitrar, si estas flojo o torpe es porque no tienes tiempo, el suelo que patina o agarra, que si la abuela fuma…)
  5. Perder el control de uno mismo al menor contratiempo (¿qué has patinado un poco o has calculado mal el espacio?, pues fuego con todo y ya está… pa chulo tu pirulo)
  6. Concentraros tanto en un detalle, que olvidéis completamente el resto (admirar todos la fuerza contenida en mis respiraciones, el kun de mis puñetazos, la perfección de mis posiciones… estee… ¿¿Qué coño estaba haciendo yo??)
Y podría seguir y seguir… pero por ahora va bien con estas. Dedicarle un minuto de reflexión y veréis que también vosotr@s habéis cometido alguna de estas capulladas alguna que otra vez. Y es que ya se sabe… vivir para aprender.

A entrenar.