martes, 19 de mayo de 2015

Azuzando al tigre






Una cosa en la que no se suele pensar cuando se entrenan artes marciales es en el desgaste que el mismo entrenamiento, cuando este es duro y constante, produce en el cuerpo.

Ciertamente existen cien sistemas de entrenamiento diferentes entre los cientos de estilos y sistemas de artes marciales, por lo que “cada maestrillo tiene su librillo”, y ciertamente varian enormemente en intensidad y esfuerzo físico. Nosotros entrenamos Hung Gar Kuen, un estilo de Kung Fu que como reza el dicho “es para gente fuerte, o para aquella que quiere llegar a serlo”, y nuestro Sifu Patxi Oloriz nos lo enseña siguiendo ese espíritu (o al menos esa es mi percepción tras entrenar con el durante años).

Moraduras, cardenales, raspones y dolores musculares (de agujetas ya ni hablamos) son el calvario por el que te introduces en el estilo, y con el tiempo acabas por adquirir una actitud alegremente estoica hacia dichas molestias… luego están las lesiones algo mas serias, producto de malos golpes en las sesiones de sparring. Son poco comunes, en virtud de las protecciones que utilizamos para tal fin, pero ocurrir, ocurren (y es que no estamos aprendiendo bailes de salón…).

Así las cosas, recientemente se me dio el caso de que, arrastrando algunos malos golpes, poco descanso en virtud de mi reciente paternidad, y con la temporada de alergias a todo gas, al final termine por caer enfermo; y lo que es peor, me quede tan vacío de fuerza que tuve que parar en seco el entrenamiento y dejar correr los días mano sobre mano… lo que no seria tan grave si no tuviésemos un torneo a finales de Junio.

Así las cosas, he tenido algo de tiempo para meditar en la importancia que tiene el descanso para el rendimiento en esta o cualquier otra actividad deportiva intensa. A veces nos lesionaremos, y aunque solo sea por la pura inercia del hábito, nos resistimos a dejar de entrenar… a veces no esta mal, pero hay que aprender a escuchar al cuerpo. Si este nos indica que necesitamos recuperarnos, ganaremos mas tomándonos unos días de descanso que forzando la maquina para caer redondos poco después.

Luego ya solo es tema de reintroducirnos progresivamente en nuestras rutinas, y “azuzar al tigre”, nuestro Chi o fuerza interior, para volver al pie del cañón.

lunes, 11 de mayo de 2015

Sin City: Ida y Vuelta al Infierno






Un ex-marine condecorado, Wallace, se gana la vida como pintor, aunque no le va demasiado bien. Una noche, mientras conduce, se encuentra a Esther, una joven afroamericana que salta desde un acantilado con la intención de suicidarse…

Así comienza el último número de la exitosa serie de comics de género negro ambientados en la ciudad del pecado. Para los que no conozcan la serie, basta decir que la acción transcurre en una ciudad imaginaria, llamada Basin City (Sin City para los lugareños) que muy bien podría ser Las Vegas en la actualidad, con la que Frank Miller (su autor) alcanzo la excelencia en el juego de luces y sombras en que consiste su particular estilo de dibujo.

En “Ida y Vuelta al Infierno” el autor ha intentado cerrar la serie de Sin City, creando una historia con todos los tópicos del género (mujeres fatales, personajes amargados, corrupción, violencia, vicio y una desesperada búsqueda de libertad y justicia) pero que destaca sobre todas las anteriores, porque contra todo pronostico todo termina por salir bien (creo que es la única historia de la serie en la que esto sucede).

Cabe destacar también la alucinante explosión de color de algunas paginas (una rareza en el elegante blanco sobre negro de la serie), los guiños del autor a otros comics (propios y de otros autores) y sobretodo en como se convierte Wallace, el protagonista de esta historia, en el ultimo juez y verdugo de varios personajes icónicos de la serie, como el temible sicario Manute, la psicotica asesina de ojos azules, o el corrupto teniente Lewouzki.

Como comentario final, he de confesar que cuando lo leí por vez primera me pareció que la serie era algo floja comparada con las geniales “Mataría por ella”, “Ese cobarde bastardo” o “La gran matanza”, historias todas ellas de la misma serie, pero pasado el tiempo me he sorprendido a mi mismo leyéndola una y otra vez… y es que en el fondo todos queremos que una buena historia termine bien. Incluso en Sin City.