sábado, 11 de diciembre de 2010

El Origen del Karate-Do

Okinawa y la tradición marcial de las islas Ryukyu

Okinawa es la más importante de una cadena de pequeñas islas situadas exactamente a mitad de camino entre Japón y China.

Las Ryukyu. Islas de pescadores y navegantes que siempre han tenido una posición relevante en los contactos entre el Imperio del Sol Naciente y el Reino del Mediodía (China). Comerciantes y marinos las recorrían transportando mercancías y naturalmente trasmitiendo técnicas marciales. La necesidad de defenderse de los piratas japoneses Wako y los inevitables contactos con guardias y guerreros profesionales influyeron en la evolución de las técnicas de combate en Okinawa y en el resto de las Ryukyu.

Tenemos noticias de prácticas guerreras, aunque no estrictamente marciales, en Okinawa, desde antes del siglo VII pero, por lo que conocemos, se trataba de métodos burdos y casi prehistóricos. La evolución marcial de Okinawa siguió esencialmente dos rutas que a la luz de su situación geográfica resultan previsibles. Por un lado tenemos una influencia muy marcada de las escuelas de combate chinas, que los marineros de Okinawa aprendieron en puertos como Fukien (donde existían asentamientos de Okinawa desde tiempos muy antiguos). Por otra parte, los beligerantes vecinos japoneses llegaron al archipiélago llevándose aprendidas sus propias artes marciales. Ciertamente los núcleos pertenecientes al dan Taira (que en torno al siglo X, después de la derrota contra los Mynamoto buscaron refugio en las playas de Okinawa), introdujeron armas y ceremonias marciales pronto adoptadas por la elite gobernante del archipiélago. Divididos en principados combatientes de escasa entidad, los habitantes de Okinawa lograron la unidad en el siglo XIII, bajo la dinastía de los Shutten, rígidamente marcada por los modelos nipones.

En este mismo periodo las artes marciales de Okinawa experimentaron un decisivo aumento, con la elaboración tanto de técnicas armadas inspiradas en el budo (camino del combate) japonés, como de artes locales, desarmadas y de inspiración china. Es de destacar que ya en esta época los soberanos de Okinawa habían prohibido el uso de armas cortantes por el pueblo, prohibición a veces erróneamente atribuida a las sucesivas invasiones japonesas desde 1600.

El desarrollo marcial de Okinawa se puede resumir así: la nobleza practicaba fundamentalmente una forma de budo inspirada en los usos japoneses, que preveía el uso de armas. El pueblo, en cambio, prefería sistemas de inspiración china, algunos de los cuales eran armados y otros desarmados. La difusión de estas últimas tuvo gran éxito y enseguida se difundió entre la nobleza.

La mano del Tang

Contrariamente a todo lo que procedía de Japón, donde los métodos de lucha cuerpo a cuerpo daban prioridad a las presas y proyecciones (consecuencia del uso de las armaduras, que hacían inútiles los golpes y en consecuencia implicaban técnicas con las que proyectar al suelo o desarmar a un guerrero), en Okinawa el combate desarmado se desarrolló generalmente entre adversarios privados de protecciones. La influencia de la escuela china y de sus divisiones en estilos "duros" y "blandos" encuentra su correspondencia en las escuelas de combate de Okinawa. Estas se desarrollaron siguiendo su distribución geográfica en relación a las diferentes ciudades, cada una de las cuales seguía un estilo propio de una región de China, probablemente dependiendo de los contactos comerciales y culturales mutuos.

La técnica que se practicaba en la ciudad de Shuri, por ejemplo, estaba fuertemente inspirada en los estilos periféricos, "duros", del boxeo chino, derivados de la escuela del templo de Shaolin. Era un estilo que daba prioridad a los movimientos vigorosos, de fuerza, a veces espectaculares y basados en la aplicación de la potencia. En Naha, en cambio, se practicaba una técnica influenciada por los estilos internos, o "blandos", originarios de las montañas del norte de China, en la región de Wudang, de la que el Tai Chi es la más conocida versión moderna.

Obviamente la necesidad y el espíritu pragmático de los habitantes de Okinawa adaptaron las sofisticadas elaboraciones taoístas de los estilos internos chinos, más fluidas y referidas al uso del Ki, energía interna, creando una técnica más fácil de aplicar, al contrario que el estilo "duro", inspirada en movimientos circulares. En cambio, en Tomari se practicaba un estilo que unía las características de su escuela en una fusión entre "duro" y "blando", que habría estado en la base de la escuela Goju (literalmente: "duro y blando"), el estilo más característico del karate de Okinawa. Todas estas escuelas aún recibían una indiscutible influencia china, tanta que la transcripción del nombre generalmente atribuida, Tode, que traducía su origen de una forma que los japoneses encontraron enseguida insoportable… "Te" significaba "mano" y aludía al uso del cuerpo humano como arma. El término "To", en cambio, podía ser traducido como "vacío" en el sentido de "manos desnudas" pero también como "Tang", el ideograma que en aquella época identificaba a China. El Tode, el arte marcial de Okinawa, era además la técnica de la mano vacía, pero también "la mano del Tang", o bien la "escuela de las artes marciales de China".

Nota personal: Si bien es cierto que la influencia China en el Tode de Okinawa es muy evidente, algunos eruditos okinawenses como Hokama Tetsuhiro afirman que el Tode comparte influencias tambien con la India y el Sudeste Asiatico.

La invasión de Satsuma y el nacimiento del karate

Con el transcurso del tiempo otros acontecimientos habían ido madurando en el ambiente social y en las prácticas marciales de las islas Ryukyu. En 1600, en Japón, Tokugawa Yeasu fue ascendido al título de shogun (gobernador militar nombrado directamente por el emperador). Para tener bajo control a los Satsuma, pertenecientes a un clan de la isla de Honshu, desconfiados pero todavía poderosos, ofrecieron al señor de este feudo la posibilidad de adueñarse y reinar sobre la vecina isla de Ryukyu, que desde entonces formó parte de forma estable, aunque no todavía de manera oficial, del imperio nipón.

El impacto de los invasores sobre la vida del archipiélago fue duro. Desautorizada la nobleza local, los samurai de Satsuma impusieron tasas y un dominio que podemos imaginar que fue mal soportado por la población. Naturalmente prohibieron la práctica de todas las artes marciales y el Tode, exhibiendo sus orígenes chinos, fue practicado clandestinamente. No tenemos pruebas concretas sobre el hecho de que, como algún romántico ha querido hacer creer, los habitantes de Okinawa se enfrentaran con las manos desnudas o con cualquier primitiva arma local a los samurais armados de corazas, espadas y lanzas: después de todo, el Tode y los métodos que se utilizaban no eran sistemas de combate mágicos, y un samurai armado de espada y armadura era realmente una temible máquina de guerra. Sin embargo es necesario reconocer que en un periodo semejante de guerras y bandoleros las artes marciales encontraron ocasión de ser aplicadas en defensa personal.

Después de la restauración Meiji (1868) y la consiguiente desaparición de la clase samurai y la prohibición de llevar la espada, también para los guerreros profesionales, Japón afrontó en su conjunto un radical combate, en el que fue abundante la influencia sobre Okinawa y sus técnicas marciales.

En. primer lugar las islas Ryukyu habían pasado a formar parte estable de Japón. Además muchas imposiciones a la población habían venido a menos y con ello también la vejación que podía estimular a los habitantes al ejercicio de las artes marciales. La pasión de los habitantes de Okinawa por el combate desarmado, no se había debilitado y, con el cese de la prohibición de practicarlo, las artes marciales locales pudieron desarrollarse a la luz del sol, hasta el punto de que en 1903, el tode fue incluido en los programas de estudio de las escuelas del archipiélago (prueba definitiva de que no estaba realmente prohibido).

En este mismo periodo las artes marciales niponas experimentaron un radical cambio, pasando del jitsu (arte o técnica para aplicación bélica) al do (método o camino que, a través del ejercicio de la lucha, lleva a una mejora de la existencia). La revolución introducida por Jigoro Kano con la codificación del Judo tuvo su reflejo también en las artes de combate de Okinawa: un profesor de escuela experto en Tode, Gichin Funakoshi, fue invitado por el mismo Kano a realizar una demostración de su arte en Tokio, delante del emperador. La pasión de los japoneses por la nueva forma de combate fue inmediata y arrolladora. Pronto el arte del combate de Okinawa fue importado e incorporado al nuevo cuerpo de disciplina budo, adoptado en la escuela y en la universidad.

Naturalmente aún quedaba el problema del nombre; para el Japón de principios de siglo, inflamado de renovado imperialismo, la connotación china (la mano del Tang) era inaceptable. Por ello se llegó a un compromiso aceptado, no sin cierta repugnancia, también por los más severos maestros de Okinawa: el nuevo arte marcial, en la visión moderna codificada de Funakoshi, sería llamado kárate.  

Kara era una palabra que significaba "vacío" en la acepción de "mano desnuda" y al mismo tiempo, aludía a la "mente vacía", es decir, libre de todo obstáculo y orientada hacia un objetivo, un concepto zen muy querido por el maestro de las artes marciales japonesas y no totalmente extraño a la cultura de los de Okinawa.

Nacía así el karate-do, un arte marcial que, aunque de origen chino, adquiría características típicamente japonesas.

Texo Extraído del libro "Lecciones de karate"

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